Por Juan Taveras de Oleo.
En la vida tenemos la posibilidad de ser golpeados con piedras tan grandes que nos dejen sin fuerzas y marcas tan enormes que con complejidad nos vamos a poder recobrar.
La vida va a estar llena de pruebas y problemas. Las llamo tormentas, tormentas que tienen la posibilidad de consumir tanto de nuestra vida, tormentas que nos dejan aferrándonos con toda nuestra fuerza, esforzándonos por no soltar, luchando por sobrevivir.
Ciertos de nosotros mismos somos probados más duramente que los otros pero los fuertes que sobreviven a estas tormentas son los que resultan victoriosos.
Con cada caída… con cada golpe… se aprende una lección.
Con cada lección viene el cresimiento.
No debemos voltearnos a ver a nuestros propios errores. Devemos de abrazar aquellas vivencias y permitirles moldearnos en lo mejor que tenemos la posibilidad de ser.
Todos los días vendrá con sus propios retos, sin embargo requerimos ser fuertes con la creencia de que Dios nos sacará adelante.
Cuando estamos frente a una prueba o crisis la fe que logra vencer es la que confía en Dios por encima de la razón.
Debemos tener presente aquí lo que la Biblia nos dice en Santiago 1:2-4 “Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas (tentaciones), sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia (perseverancia), y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte”.
Entonces al observar con detenimiento éste texto podemos ver que las pruebas generan diversos elementos esenciales en la vida y carácter del cristiano.
La Escritura nos enseña que las pruebas producen crecimiento espiritual, madurez, fortalecen nuestro espíritu, y por supuesto la fe se hace sólida y firme. El pasaje inicial nos enseña que Abraham: “cuando fue probado, ofreció a su hijo”, nos indica un tiempo específico (por eso dice “cuando”), él tenía que desprenderse de lo más amado y de lo que Dios mismo le había dado (su hijo Isaac).
Finalmente Dios hace un gran milagro de provisión, pues el Señor no permite que Abraham sacarifique a su hijo y más bien le da un carnero para que haga su sacrificio de alabanza al Señor. Allí Dios confirma sus promesas de bendición en gran medida sobre el patriarca y sobre toda su descendencia, pues él cumple sus promesas.
Conclusión: El Señor ha dicho que él no permitirá que sus hijos sean tentados más allá de sus fuerzas, por lo tanto tengamos en cuenta que Dios mismo es nuestra provisión y fortaleza. No te angusties, sólo fortalécete en él. Dios no te desamparará.
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