San Valentín de Roma es el nombre que comparten tres mártires1 que vivieron en la antigua Roma.
La festividad de san Valentín era celebrada por la Iglesia católica cada 14 de febrero en el calendario litúrgico tradicional, hasta que en 1969, tras el Concilio Vaticano II, se reorganizó el calendario del santoral litúrgico y se retiró su celebración. Si bien no está borrado del martirologio, por lo que se permite su culto local y se sigue conmemorando su memorial el 14 de febrero.
La fiesta de San Valentín fue declarada por primera vez alrededor del año 498 por el papa Gelasio I. Según la Enciclopedia Católica, hay en realidad tres santos mártires del mismo nombre que fueron ejecutados en tiempos del Imperio Romano, y cuya festividad cae en la misma fecha (tal vez por un error, que no es infrecuente en el calendario de santos) que conocemos hoy como día de San Valentín: los dos primeros fueron martirizados en la segunda mitad del siglo III, durante el reinado del emperador Claudio II “el Gótico”:
un médico romano que se hizo sacerdote y que casaba a los soldados, a pesar de que ello estaba prohibido por el emperador, quien lo consideraba incompatible con la carrera de las armas.
Claudio II ordenó decapitarlo en el 270; fue muy venerado en Francia, en la diócesis de Jumièges;2
un obispo de la ciudad de Interamna (hoy Terni, Italia), donde se encuentran los restos del cuerpo conservados en la homónima basílica, y donde el 14 de febrero es la fiesta patronal;3
un obispo llamado Valentín de Recia, que vivió en el siglo V y que fue enterrado en Marlengo (en alemán Mais), cerca de Merano, en el Tirol, Italia; en el siglo VIII su cuerpo se trasladó a Passau, Baviera, en Alemania; es invocado para curar la epilepsia, y a partir del siglo XV se le representa con un niño tendido a sus pies.
Se cree que el sacerdote y el obispo Valentín están enterrados en la Via Flaminia en las afueras de Roma. En el siglo XII, la puerta de la ciudad conocida en tiempos antiguos como la Porta Flaminia (ahora conocida como Porta del Popolo) era conocida como la Puerta de San Valentín. Un cráneo atribuido a San Valentín Mártir se conserva dentro de una urna de cristal, a la vista de los fieles, en la Basílica de Santa Maria in Cosmedin en Roma.4 Sin embargo, poco se sabe sobre las vidas de estos tres hombres.
Muchas de las leyendas que los rodean actualmente muy probablemente se inventaron durante la Edad Media en Francia e Inglaterra, cuando el día festivo 14 de febrero empezó asociarse con el amor, a raíz de la historia de San Valentín, quien habría sido ejecutado un 14 de febrero al no querer renunciar al cristianismo y haber casado a soldados en secreto después de que el matrimonio de soldados profesionales fuera prohibido por el emperador Claudio II. Otra leyenda dice que es patrono de los enamorados porque su fiesta coincide con el momento del año en que los pájaros empiezan a emparejarse.
La festividad se borró del calendario eclesiástico por la Iglesia católica en 1969, como parte de un intento por eliminar santos de un origen posiblemente legendario, aunque siguen celebrándola algunas parroquias locales. También es venerado como santo por la Iglesia ortodoxa y por la Iglesia anglicana, así como por la iglesia luterana.
En el 2014, el papa Francisco decidió participar en la celebración de san Valentín, en un intento por devolverle el sentido religioso a esta festividad surgida en principio para contrarrestar a las lupercales,5 consideradas paganas por la Iglesia católica. Un relato muy popular sobre este santo cuenta que le devolvió la vista a una jovencita ciega y esta en agradecimiento sembró sobre la tumba del santo un rosal que según la tradición florecía cada 14 de febrero.
Qué relación hay entre San Valentín y Cupido.
¿Quién es Cupido?
Cuenta la leyenda que Venus, la diosa del amor, y Marte, el dios de la guerra, tuvieron un hijo que se convirtió en el dios del amor y del deseo al que llamaron Cupido.
Desde la época romana este dios se representa como un niño desnudo y alado, con los ojos vendados y armado con un arco y flechas. Las alas y la niñez indican que el amor suele pasar pronto y los ojos vendados que el amor es completamente ciego.
Por otro lado, Cupido tenía dos tipos de flechas: unas doradas con plumas de paloma que provocaban un amor instantáneo, y otras de plomo con plumas de búho que provocaban la indiferencia. Sin embargo, este caprichoso dios también pudo experimentar el amor en sus propias carnes.
La historia de amor entre Cupido y Psique
En una remota tierra, dos reyes tuvieron tres hijas. La menor de ellas, Psique, no encontraba marido porque nadie se sentía digno de ella. Tal era su belleza que se conocía como “la segunda Venus”, lo que no hizo más que despertar los celos de la madre de Cupido.
Para fastidiarla, Venus le pidió a su hijo que lanzara flechas para que Psique se enamorara del hombre más feo del universo. No obstante, cuando Cupido la vio se quedó prendado y decidió lanzar la flecha al mar.
Desde ese momento, Cupido y Psique se veían a escondidas con la condición impuesta por los dioses de que el rostro de Cupido nunca debería ser visto. Sin embargo, Psique no pudo aguantar la curiosidad y acercó la luz al rostro de Cupido para verlo bien. El dios, decepcionado, la abandonó.
En un intento de desesperado de recuperar a su amado, Psique pidió ayuda a Venus, quien le asignó cuatro tareas prácticamente imposibles. En la última, Psique cayó en un sueño profundo del que Cupido la salvó con un beso ya libre de su enfado.
La lucha de Psique para recuperar a Cupido impresionó a los dioses de tal forma, que decidieron convertirla en diosa para que pudiera casarse con su amado.
Por todas estas peripecias, Cupido se considera el dios del amor y es el máximo representante del 14 de febrero.
De acuerdo con Apocalipsis 17:3, la prostituta en la visión está sentada sobre una bestia escarlata con siete cabezas y diez cuernos y "cubierta con nombres blasfemos". La bestia en este versículo es la misma bestia de Apocalipsis 13:1; la descripción es exactamente la misma: una bestia simbólica del anticristo, el hombre inicuo (cf. 2 Tesalonicenses 2:3-4; Daniel 9:27). Así, la ramera de Babilonia, quien sea o lo que sea, está estrechamente relacionada con el anticristo de los últimos tiempos.






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